El efímero poder de la ignorancia
«Cuando mi limpiabotas invierte en Bolsa, yo lo vendo todo», John Davison Rockefeller.
He de reconocer que hubo tiempos en los que sufría del alma y de la ingenuidad del corazón: dos tiranías que abaten siempre al hombre o a la mujer sensible, pero ello a su vez me enseñó que la mayoría de grandes logros de esta vida se consiguen con cierto punto de ingenuidad, seguramente la ingenuidad necesaria que todo emprendedor necesita para lanzarse al vacío en busca de una aventura que nadie más que él advierte. La razón a veces intenta eximirnos del riesgo y eso, más que una virtud, es previsible y aburrido. Mantengo mi férrea idea sobre que ver es algo más que mirar, ver consiste en advertir los detalles, y ello me ocupa.
Sin embargo, hay una delicada línea entre la ingenuidad y la estupidez, si bien es cierto lo primero es una virtud, lo segundo es un defecto muy peligroso. Podríamos intentar vestir ingenuidad con humildad y separarlo de la arrogante estupidez, y obtendríamos una combinación ciertamente atractiva, pero lo cierto es que esta sociedad se emperra en hacer más sexy a un arrogante estúpido que a un ingenuo humilde. Lo que no me podrán discutir es que una persona ingenua, humilde y a su vez tenaz e inteligente, se puede convertir de facto en un líder capaz de aportar cambio a este mundo. Sin embargo, con arrogancia y estupidez, la vida sólo les brindará un momento de gloria que como mucho será aquél del que tristemente alardeen el resto de sus días como aquello que pudo ser y no fue. Ya saben, están los que ganan y los que siempre tienen una excusa para perder.
Si bien podríamos ampliar, y mucho, esta reflexión debatiendo acerca de liderazgo y valores humanos, mi intención siempre es definir la actualidad de Mr. Market, inundado más que de liquidez, ¡de estupidez! La semana pasada Ms. Lagarde le pasaba la patata caliente a la Fed, dando rienda suelta a la barra libre monetaria cual aviso para navegantes. Parece que no será el banco central de turno aquél que hunda la recuperación, simplemente se limitan a cantar al unísono del resto de bancos centrales encabezados por la Fed y el BCE. El discurso ahora se refugia en los salarios que mientras la inflación no afecte a los mismos, poco más están dispuestos a aportar. Y oigan, yo no dejo de quedarme atónita. ¿Acaso no sirve el crecimiento para la prosperidad de los diferentes agentes económicos? Parece que NO… para aquellas élites que tienen la maravillosa oportunidad de dictar las reglas con las que jugamos, únicamente interesa la inflación que llega al bolsillo a través de inflar los precios de los activos. ¿El salario? ¡Eso es de pobres! Debe de pensar esta gente. Y yo, insisto, me quedo estupefacta ante tanta arrogante estupidez.
Alguien debe recordarles que no existe crecimiento económico sano sin que la inflación ajuste los salarios. Cualquier otra inflación, no solamente es inútil sino que es injusta y ¡muy dañina! Así que señores, ya sabemos algo más de nuestro elenco, y es que Mr. Bernanke no solamente ha fomentado dar patada al problema como santo y seña de las decisiones políticas, sino que a su vez ha fomentado todo aquello que barre los valores que construyen economías sólidas, como puedan ser el esfuerzo, el ahorro y la virtud de comprender que tras un fracaso queda la experiencia. Pero burdamente nos invitan a zombificar la economía bajo proyectos de inversión inviables, a inflar los precios de los activos y a penalizar el ahorro fomentando el endeudamiento bajo tipos negativos e inflación. ¡Welcome to the 21st century! Ay… Si Hayek levantara la cabeza.
Y bajo este súper panorama no me extraña en absoluto que nuestras queridas bolsas hayan roto en bloque sus máximos históricos, Ibex 35 aparte, dando tregua a los histriónicos catastrofistas de la burbuja bursátil, que al parecer tendrán que callar como poco 3 mesesitos más. Las bolsas lideradas por bancos, petroleras y tecnológicas siguen al alza con el apoyo de una Fed que reduce ligeramente su programa de compra de activos, pero aleja la posibilidad de que ello termine con una subida en los tipos de interés. Si a ello le sumamos que Evergrande finalmente ha pagado, ¡blanco y en botella queridos!
La única nota que me resulta discordante de toda la gran sinfonía alcista que vuelve a tocar en el escenario que son las bolsas, es el VIX subiendo un 5% dejando claro que al mercado eficiente ni se le busca, ni se le espera. Lo único que importa hoy en día son los trillones, cuantos más, mejor ¡y que siga la fiesta! De verdad que creo que a veces olvidamos que toda esta ingente cantidad de trillones algún día deberá ser comprada por alguien, el tema es; ¿quién podrá entrillonar nuevamente los mercados?; ¿la inflación? Puede, vaya usted a saber. Lo cierto es que con este curioso panorama nos enfilamos hacia un final de año de luces y colores para la complacencia bursátil, créanme cuando les digo que como siempre, me siento a estas alturas de la película con la obligación de advertirles. Dicho todo lo cual, en Blackbird Bank vamos operativamente a fuego con la tendencia, y si bien nos sentimos cómodos caminando entre borregos, nos encontrarán en el vagón de cola teniendo una exposición neta a mercado del 100%, pero con todas las posiciones de nuestros inversores estructuradas bajo un excelente plan para refugiarnos al 45% en los perfiles más arriesgados, y un coste de volatilidad únicamente del 2%, ¡voilà! Ya saben, la vida es un 95% anticipación.
Yo, Gisela Turazzini, jamás ataré mi destino como trader profesional a un prejuicio, puesto que creo que la humildad para dar la razón al mercado y no a mis ideas, es siempre una buena inversión. Sigo firme en cuanto a que los mercados andan sobrecomprados y en algunos casos sus cotizaciones superan lo absurdo, pero ello no me impedirá operarlos a mi favor. Dicho esto, no me cansaré de decirlo; una mentira, por más que dure y se repita en el tiempo, no se convierte en verdad, y la única verdad que veo hoy en día en las bolsas son demasiados limpiabotas invirtiendo en criptodivisas, en el Nasdaq100 y en Teslas varias.